Más Dermatología, n.º 33

editorial Psoriasis en tiempos de COVID-19 Más Dermatol. 2021;33:3-4 doi:10.5538/1887-5181.2021.33.3 4 De pronto, todas estas cuestiones han quedado aparcadas temporalmente, ante la necesidad de abordar los nuevos problemas asociados a la pan- demia de COVID-19. La dermatología sufrió du- rante los primeros meses de 2020 —como el resto de la comunidad científica— una catarata de in- formación, recomendaciones y guías terapéuticas sobre el manejo de nuestros pacientes con psoria- sis durante la «primera ola». Inevitable y curiosa la generación espontánea de expertos en una en- fermedad conocida desde hacía solo unos meses... No es posible todavía establecer de forma fiable el riesgo diferencial que conlleva el uso de cada fármaco en los pacientes con psoriasis grave. La experiencia publicada es muy heterogénea y de calidad variable. Probablemente, cada fármaco tenga una utilidad o perfil de seguridad diferente y que es útil estratificar (los sistémicos tradiciona- les frente a las diversas familias de biológicos). Hay que considerar que cada agente terapéutico puede comportarse de forma diferente en las distintas fases de la infección por el coronavirus del sín- drome respiratorio agudo grave de tipo 2 (SARS- CoV-2). Las fases infectiva o hiperinflamatoria pueden explicar los diferentes resultados de riesgo/beneficio publicados. Pero, aun recono- ciendo estas incertidumbres, la experiencia acu- mulada «a la carrera» nos permite ser optimistas. Nuestro arsenal terapéutico no parece interaccio- nar negativamente en el manejo de la COVID-19. Incluso los riesgos teóricos que se plantearon en la primavera de 2020 sobre fármacos clásicos po- tencialmente inmunosupresores —especialmente, el metotrexato y la ciclosporina— parecen ponerse en duda a la luz de los datos más actuales. Vere- mos. ¿Y qué hay de los pacientes con psoriasis? Desde luego, nuestro manejo futuro de los casos más gra- ves no volverá a ser el mismo. No sabemos todavía cómo identificarlo con claridad, pero el paciente post-COVID existe, y va a acudir a las unidades de psoriasis. Se tratará de pacientes con riesgo infec- cioso que deberemos estratificar, o enfermos con secuelas de infecciones pasadas. Deberemos en- tender la enfermedad a nivel clínico e inmunoló- gico y, sin duda, incluir la infección por SARS- CoV-2 en los protocolos de cribado de nuestros pacientes psoriásicos. Además, es probable que nuestra responsabili- dad médica aumente en un futuro próximo. He- mos reclamado repetidamente nuestras compe- tencias sobre el manejo global del paciente con psoriasis grave y de su comorbilidad más allá de la piel. Pues bien, sabemos ahora que el perfil habi- tual de estos casos (especialmente, el síndrome metabólico) es el que condiciona la mayor grave- dad de la COVID-19. Por ello, el manejo derma- tológico correcto y con los fármacos apropiados puede ser una contribución importante para re- ducir el riesgo médico global de estos enfermos. No debemos olvidar que, si se mantuvieran las dificultades de acceso a la medicina general, los dermatólogos seguiremos siendo el profesional más cercano —o el único— a la psoriasis grave y sus enfermedades asociadas. Es difícil extraer conclusiones positivas sobre una situación tan crítica como la pandemia de COVID-19. Pero las oportunidades siempre apa- recen y, personalmente, las interpreto en clave de reconocer y analizar todas las incertidumbres re- cientes, y trabajar como especialidad para darles respuesta eficaz. No es admisible ninguna renun- cia en los objetivos de excelencia que habremos logrado en nuestros pacientes con psoriasis. Ni un paso atrás, salvo para tomar impulso...

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