Más Dermatología, nº. 43

Más Dermatol. 2023;43:15-17 doi:10.5538/1887-5181.2023.43.15 16 LA ENTREVISTA AL EXPERTO Elena González-Guerra: los pacientes trasplantados y la dermatología lizados ascendió a 4781, un 8,08 % más que el año anterior (según los datos publicados en la página web de la Agencia de Datos de Europa Press). El de riñón es el más frecuente, seguido del hepático y el cardíaco y, en menor proporción, de pulmón, páncreas, intestino o los trasplantes dobles. Es evidente, con estos números, que, efectivamente, son muchos los pacientes trasplantados, y que la consulta que a ellos se dedica tiene una agenda llena de numerosas citas. ¿Por qué los pacientes portadores de trasplante necesitan de una atención específica? En primer lugar, ser candidato a un trasplante implica tener una enfermedad terminal, es decir, haber mirado a la muerte a la cara temiendo por la vida, lo que supone un fuerte impacto emocional, que va a precisar de una atención especializada para siempre. El trauma de la enfermedad queda perpetuado en el ánimo. Por otra parte, la inmunosupresión, necesaria e imprescindible, aunque permite que estos pacientes tengan una segunda oportunidad para vivir, se acompaña de otros aspectos negativos. Así es que los logros en inmunosupresión han derivado en un aumento del cáncer de piel y de otras enfermedades que precisan un seguimiento estrecho y continuo. En las guías de trasplante, se recomiendan revisiones periódicas con determinados especialistas como los ginecólogos, oftalmólogos, cardiólogos… y dermatólogos. ¿Cuál es el mayor riesgo que tiene un paciente trasplantado desde el punto de vista cutáneo? El cáncer cutáneo no melanoma es el más frecuente en esta población y, en concreto, el carcinoma epidermoide cutáneo. Este tipo de cáncer cutáneo se presenta en su caso a edades más tempranas, con un comportamiento más agresivo, mayor infiltración de los tejidos adyacentes, aumento de las recurrencias, mayor riesgo de metástasis y, en consecuencia, de muerte. Pero existen otras enfermedades cutáneas también más frecuentes en estos pacientes como son las infecciones víricas, sobre todo, por el virus del papiloma humano o las toxicodermias. Todas las guías que hacen referencia a esta población aconsejan revisiones frecuentes de la piel, para minimizar las consecuencias morbosas de la inmunosupresión. ¿Le han enseñado algo los pacientes trasplantados? Sin ninguna duda. Son una población especialmente valiente, que se ha enfrentado a la muerte al menos en una ocasión, que han luchado por su vida y han tenido que tomar decisiones arriesgadas. Además, viven con la incertidumbre de que, si en algún momento el órgano falla, volverían a su situación original, con, probablemente, menos opciones de solución. Sin embargo, el buen humor, la esperanza y el agradecimiento a la medicina y al resto de seres humanos que generosamente han donado los órganos que a ellos les han dado vida es la tónica general de su existir. Todos los días me recuerdan lo poco que de verdad es importante y lo mucho que es relativo. Solemos hablar de conciliación familiar, casi siempre, refiriéndonos a la mujer profesional. ¿Puede conciliar su trabajo con la atención a su familia? ¿Cómo lo hace? La gran oferta de formación, actividades, tareas y eventos junto a las exigencias profesionales, impuestas la mayoría de las veces por uno mismo, hace que sea difícil sacar adelante una familia numerosa como es la mía. Sin embargo, la clave de todo está en la organización, priorizando, aprendiendo a decir que no a lo que no aporta en exceso y buscando momentos de descanso y deporte. Si tuviese que firmar el libro de su vida profesional, ¿a quién se lo dedicaría? Nunca se me ha ocurrido escribir el libro de mi vida profesional, pero, dada la pregunta, me parece una buena sugerencia. Quizá el libro no sería un tratado de dermatología, sino, más bien, una reflexión sobre una experiencia todavía en construcción, en la que

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