Número 43 • Julio/Septiembre 2023 - Edición electrónica: ISSN 2013-7338 - https://www.masdermatologia.com dermatología a c t u a l i dad y avances ® EDITORIAL Dermatólogo o internista. ¿Por qué no ambas cosas? Pablo Chicharro Manso ARTÍCULO DE REVISIÓN El síndrome del trabajador quemado y su implicación en dermatología Eliseo Martínez García y Agustín Buendía Eisman MI PACIENTE ES… Porfiria cutánea tarda Belén Morales Franco, María Navarro Fuentes y Elena Martínez Carracelas LA ENTREVISTA AL EXPERTO Elena González-Guerra: los pacientes trasplantados y la dermatología ¿CUÁL ES SU DIAGNÓSTICO? Elena González-Guerra AVANCES Y NOVEDADES Alérgenos emergentes en el eccema alérgico de contacto Fátima Tous Romero MUNDO DERMATOLÓGICO Aurora Guerra-Tapia Indexada en:
Formación virtual acreditada Expertos en Anomalías Vasculares en la Infancia Del 20 de febrero de 2023 al 19 de febrero de 2024 6,6 créditos Número 09/033991-MD Con el aval científico de: Revisado por: Con el patrocinio de: www.anomaliasvasculares.es 3. ª edición Programa Módulo 3.3 Malformaciones arteriovenosas J. C. López Gutiérrez Módulo 3.4 Papel de la radiología intervencionista en el tratamiento de las malformaciones vasculares C. Nieto García y A. I. Alomari Módulo 3.5 Malformaciones capilares F. J. del Boz González Módulo 3.6 Enfoque diagnóstico y terapéutico de las malformaciones vasculares P. Triana Junco y J. C. López Gutiérrez Módulo 3.7 Síndromes asociados a malformaciones vasculares. Correlación genotipo-fenotipo Ó. Girón Vallejo Caso ClíniCo J. Bernabeu Wittel Módulo 1.1 Diagnóstico clínico-radiológico E. Merchante García y M. Fajardo Cascos Módulo 1.2 Diagnóstico anatomopatológico I. Colmenero Blanco Módulo 2.1 Hemangiomas infantiles J. Bernabeu Wittel Módulo 2.2 Tumores vasculares malignos e intermedios G. L. Ramírez Villar y R. Cabello Laureano Módulo 2.3 Enfoque diagnóstico y terapéutico avanzado de los tumores vasculares B. Narváez Moreno e I. Fernández Pineda Módulo 3.1 Malformaciones linfáticas J. del Pozo Losada y M. Gómez Tellado Módulo 3.2 Malformaciones venosas J. Alcántara González y P. Boixeda de Miquel Dirección: Dr. José Bernabeu Wittel Hospital Universitario Virgen del Rocío. Sevilla. Comité científico: Dr. Israel Fernández Pineda Hospital Universitario Virgen del Rocío. Sevilla. Dr. Juan Carlos López Gutiérrez Hospital Universitario La Paz. Madrid.
más dermatología® actualidad y avances DIRECCIÓN Aurora Guerra-Tapia Profesora titular de Dermatología. Departamento de Medicina. Facultad de Medicina. Universidad Complutense de Madrid. REDACTORA JEFE Elena González-Guerra Médico adjunto del Servicio de Dermatología. Hospital Universitario Clínico San Carlos. Madrid. COMITÉ DE EXPERTOS Rosario Alarcón Cabrera. Concepción, Chile Fernando Alfageme. Madrid Roberto Arenas Guzmán. México D. F., México Diego de Argila Fernández-Durán. Badajoz Isabel Bielsa Marsol. Badalona Daniela de Boni Crotti. Montevideo, Uruguay Jesús Borbujo Martínez. Fuenlabrada Agustín Buendía Eisman. Granada Mariano Casado Jiménez. Madrid Santiago Córdova Égüez. Quito, República del Equador Vicente Crespo Erchiga. Málaga Rafael Enríquez de Salamanca. Madrid Joan Escalas Taberner. Palma de Mallorca Gabriella Fabbrocini. Nápoles, Italia Guadalupe Fernández. Salamanca Pablo Fernández Peñas. Sídney, Australia Marta García Bustínduy. Santa Cruz de Tenerife Yolanda Gilaberte Calzada. Zaragoza Minerva Gómez Flores. Monterrey, México Francisco González Otero. Caracas, Venezuela Elena de las Heras Alonso. Madrid Pedro Herranz Pinto. Madrid Juan Honeyman Mauro. Santiago de Chile, Chile Jesús Honorato Pérez. Navarra Mariel Isa Pimentel. Santo Domingo, República Dominicana Pedro Jaén Olasolo. Madrid Ángeles Jiménez González. Málaga Pablo Lázaro Ochaita. Madrid Francisco Leyva Rodríguez. Madrid Víctor López Barrantes. Madrid José Luis López Estebaranz. Madrid Ricardo de Lorenzo y Montero. Madrid Raúl de Lucas Laguna. Madrid Luis Manso Sánchez. Madrid Rocío Marecos. Asunción, Paraguay Ana Martín Santiago. Palma de Mallorca Covadonga Martínez González. Oviedo Alberto Miranda Romero. Valladolid Agustín Moreno Sánchez. Madrid Eduardo Nagore Enguídanos. Valencia Lourdes Navarro Campoamor. Madrid Rosa Ortega del Olmo. Granada Francisco Javier Ortiz de Frutos. Madrid Pablo Luis Ortiz Romero. Madrid Lorenzo Pérez García. Albacete Beatriz Pérez Suárez. Murcia Constantino Reinoso Montalvo. Madrid Rosa del Río Reyes. Madrid Raquel Rivera Díaz. Madrid Carmen Rodríguez Cerdeira. Vigo José Luis Rodríguez Peralto. Madrid Guillermo Romero Aguilera. Ciudad Real Gabriel Rubio Valladolid. Madrid Elfida Sánchez. Santo Domingo, República Dominicana José Sánchez del Río. Oviedo Miguel Sánchez Viera. Madrid Jorge Soto Delás. San Sebastián Emilio Suárez Martín. Madrid M.ª José Tribó Boixareu. Barcelona Ángel Vera Casaño. Málaga Juan José Vilata Corell. Valencia Editorial Glosa, SL Avinguda de la Meridiana, 358, 10.ª planta 08027 Barcelona Teléfono: 932 684 946 e-mail: informacion@editorialglosa.es Periodicidad trimestral Edición electrónica: ISSN 2013-7338 © Editorial Glosa, SL Reservados todos los derechos.
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Más Dermatol. 2023;43:3-4 doi:10.5538/1887-5181.2023.43.3 3 EDITORIAL Dermatólogo o internista. ¿Por qué no ambas cosas? A pesar de la concepción actual de la medicina interna como una especialidad clásica, se trata realmente de una disciplina relativamente joven, que surgió a finales del siglo xix, en la escuela alemana, en contraposición a aquellas especialidades ya establecidas que atendían a la que podría denominarse «patología externa»1. Entre estas últimas, se encontraría la dermatología, que, aproximadamente un siglo antes, había iniciado su período de asentamiento. De hecho (y ya en el siglo xx), casi 50 años separan la fundación primero de la que sería la actual Academia Española de Dermatología y Venereología2 de la posterior fundación de la Sociedad Española de Medicina Interna3. El carácter integrador de la medicina interna respecto a múltiples habilidades clínicas, aplicadas a distintas estrategias diagnósticas y terapéuticas, en un abordaje holístico del paciente con enfermedades complejas, la ha posicionado como una especialidad troncal y altamente valorada por la profesión médica general, siendo el objetivo formativo de un perfil concreto de muchos recién licenciados en Medicina. En mi caso, la vocación médica (este término tan desgraciadamente polarizado en los últimos tiempos) se había manifestado tempranamente y, durante la carrera de Medicina, se convirtió en el deseo de convertirme en un médico general que pudiera abordar de una forma integral a los pacientes. En este anhelo por llegar a ser ese tipo de médico y arrastrado por mi pasión hacia las virtudes de la medicina más clásica, me decanté por realizar mi especialización en medicina interna en la Clínica Puerta de Hierro, actual Hospital Puerta de Hierro-Majadahonda. Bajo la maestría de los discípulos de la escuela del profesor Letona (a su vez, discípulo del profesor Jiménez Díaz), me formé en las distintas cualidades de la especialidad entre los años 2006 y 2011. En esos años, descubrí una especialidad con un campo de conocimiento a veces abrumador por lo inabarcable, llena de desafíos y satisfacciones en ambos planos humano y científico, así como plena en los sinsabores propios de la profesión. Siempre destacaré y agradeceré a mis maestros el desarrollo en ese tiempo de una forma de pensar, de deducción y razonamiento respecto a los distintos padecimientos de los pacientes, que me han acompañado desde entonces. Años más tarde, ya durante mi ejercicio como adjunto, repartiendo mi actividad asistencial entre la urgencia y la planta hospitalarias, descubrí que había alcanzado mi techo de felicidad en la especialidad. Más por una serie de avatares íntimos que por una cuestión puramente profesional, comprendí que había llegado el momento de «quemar las naves». Durante la preparación de ese segundo examen MIR, tenía claro que mi objetivo era, por múltiples motivos, convertirme en dermatólogo y, en la primavera de 2015, tuve la suerte de iniciar mi especialización en dermatología médico-quirúrgica y venereología en el Hospital de La Princesa. Pablo Chicharro Manso Médico adjunto de dermatología. Coordinador de la Unidad de Dermatitis Atópica. Hospital Universitario de La Princesa. Madrid. Instagram: @pablochicharroderma
Más Dermatol. 2023;43:3-4 doi:10.5538/1887-5181.2023.43.3 4 EDITORIAL Dermatólogo o internista. ¿Por qué no ambas cosas? Chicharro Manso P Tardaría poco tiempo en enamorarme de esta especialidad, pero solo necesité unos días para empezar a descubrir alguna de las maravillas que disfrutamos los dermatólogos. Exactamente en mayo de 2015, se celebró en la Fundación Jiménez Díaz la reunión «Pioneros en Dermatología», en la que se rendía homenaje presencial a algunos «maestros de la historia reciente de la dermatología española», como el profesor Iglesias Díez, el profesor Sánchez Yus o el doctor Zambrano. Y es que, en esta especialidad, disfrutamos de nuestros maestros y los tenemos muy presentes. Yo estoy orgulloso de pertenecer a la escuela del profesor Amaro García Díez (liderada actualmente por el profesor Daudén), pero todos podemos presumir de nuestros propios mentores fuera de mayores conflictos. De hecho, podemos presumir en general. En la dermatología española, contamos con auténticas referencias internacionales como el profesor Requena o el doctor Torrelo, pioneras (no solo en la medicina) como nuestra directora la doctora Guerra-Tapia, referentes en investigación como la doctora Giménez Arnau o el doctor Carrascosa y otros tantos ejemplos abarcando todas las diferentes ramas (que son muchas) de nuestra especialidad. Los niveles de exigencia cada vez más altos en el examen MIR para poder ser dermatólogo conllevan la llegada, año tras año, de nuevas mentes brillantes, obligándonos a convertirnos en maestros a la altura: de nuestro pasado y de nuestro futuro. Como internista de mentalidad decimonónica, fue imposible resistirse a una disciplina que sigue empleando términos tan maravillosos como pitiriasis rosada de Gibert o eritema indurado de Bazin y que sigue apoyando la mayoría de sus diagnósticos en las herramientas más identitarias de nuestra profesión en los últimos doscientos años: la exploración, la anamnesis, el estudio, la experiencia y la anatomía patológica. Pero, además, esta es una especialidad que se mueve en la absoluta vanguardia de la medicina. Pocas veces experimenté como médico internista el vértigo que implica vivir continuamente una revolución en el conocimiento de la fisiopatología de enfermedades de altísima prevalencia, con el consiguiente desarrollo de terapias de última generación, que, literalmente, cambian la vida de tantos pacientes. Desde el progreso de la cirugía dermatológica (cada vez más precisa y más autosuficiente), el manejo de la oncología cutánea, las enfermedades inflamatorias, la tricología, la dermatología estética… Pocas especialidades pueden presumir de tal diversidad y de tener un sitio para toda vocación. Todo esto, además, bajo el amparo de grupos científicos dentro de nuestra Academia que mantienen una actividad y un nivel difícilmente superables. ¿Hay tanta diferencia entre la dermatología y la medicina interna? Si ignoramos las diferencias evidentes en el ejercicio de ambas, no se puede negar que comparten profundidad, árboles diagnósticos y terapéuticos a veces abrumadores, un «acompañar al paciente» y, sobre todo, ambas requieren esa forma deductiva de pensar que yo aprendí como internista, pero que sigo viendo aplicada en la dermatología cuando perseguimos el contactante detrás de un eccema, el signo clínico que diagnosticará una extraña facomatosis, la enésima biopsia que confirmará una micosis fungoide o la interleucina que se ha descontrolado en una forma atípica de psoriasis. Creo que el buen dermatólogo debería ser un poco internista, así como el buen internista, un poco dermatólogo. Al fin y al cabo, la piel puede ser el «espejo del alma», al menos, en la traducción cutánea que tienen tantas enfermedades sistémicas. Yo, desde luego, sigo siendo el mismo tipo de médico, con más experiencia y herramientas, pero con la misma curiosidad, la misma humildad frente a la enfermedad y el ánimo de ayudar y acompañar que, a pesar de los pesares, debería ser siempre el motor de nuestra profesión. BIBLIOGRAFÍA 1. Bean WB. Origin of the term “internal medicine”. N Engl J Med. 1982;306(3):182-3. 2. García-Pérez A. Breve historia de la dermatología en España. Actas Dermosifiliogr. 2000;91(1):47-51. 3. Gómez J. La medicina interna: situación actual y nuevos horizontes. An Med Interna. 2004;21(6):301-5.
ARTÍCULO DE REVISIÓN Más Dermatol. 2023;43:5-8 doi:10.5538/1887-5181.2023.43.5 5 El síndrome del trabajador quemado y su implicación en dermatología RESUMEN El síndrome del trabajador quemado se caracteriza por el agotamiento emocional, el cinismo y la falta de realización profesional. Este síndrome supone una amenaza importante para el cuidado de los pacientes, la salud de los dermatólogos y el adecuado funcionamiento del sistema sanitario. Los datos disponibles apuntan a que la dermatología es una de las especialidades con mayor riesgo de sufrir este síndrome y, sin embargo, se toman escasas medidas para prevenirlo. La concienciación sobre este problema y la adopción de estrategias de prevención resultan capitales para ejercer nuestro oficio de un modo saludable y sostenible física y emocionalmente. ¿QUÉ ES EL SÍNDROME DEL TRABAJADOR QUEMADO? La idea del agotamiento psicológico —o el estar «quemado»— ha sido un sentimiento que ha acompañado a los trabajadores desde tiempo inmemorial. Sin embargo, el concepto de trabajador quemado en la psicologíca moderna se ha atribuido a Herbert Freudenberg, un psicólogo estadounidense de origen alemán (1926-1999), que acuñó el término en su famoso artículo titulado «Staff burn-out»1, publicado en el año 1974. Mientras trabajaba en una clínica de ayuda a pacientes drogodependientes, Freudenberg observó como de forma progresiva tanto él como sus compañeros se vieron sobrepasados por la atención de pacientes complejos en un contexto de escasos recursos, desarrollando un sentimiento de agotamiento mental, apatía, frustración y desilusión con su labor asistencial. Aunque es un aspecto debatido, está generalmente aceptado que el síndrome del trabajador quemado es, en realidad, una depresión vinculada y promovida por la actividad profesional. ¿CUÁLES SON LOS PROFESIONALES CON MAYOR RIESGO? Cualquier trabajador es susceptible de poder sufrir el síndrome del trabajador quemado. Sin embargo, Eliseo Martínez García Dermatólogo. Hospital Universitario Virgen de la Victoria. Málaga. Profesor. Facultad de Medicina. Universidad de Málaga. Agustín Buendía Eisman Profesor titular de Dermatología. Departamento de Medicina. Universidad de Granada.
Más Dermatol. 2023;43:5-8 doi:10.5538/1887-5181.2023.43.5 6 ARTÍCULO DE REVISIÓN El síndrome del trabajador quemado y su implicación en dermatología Martínez García E et al. algunas personas y profesiones tienen una mayor predisposición frente a este problema2. Entre las personas más vulnerables a «quemarse», se encuentran aquellas que se incorporan a su trabajo con una mayor motivación y ambición3. Esto a priori podría resultar contraintuitivo. Y es que, cuando pensamos en un trabajador quemado, la imagen que se nos viene a la mente, por lo general, es la de alguien desmotivado, sin ilusión por su trabajo, por la relación con sus compañeros y sus clientes o pacientes, y con falta de interés en obtener unos resultados excelentes en su actividad profesional. Sin embargo, es importante tener en cuenta que esta es la imagen del trabajador quemado en las últimas y más graves fases del síndrome, cuando ha desarrollado gran parte de los síntomas y signos derivados de un estrés laboral mantenido en el tiempo. Existen distintas hipótesis que plantean las fases o etapas por las que pasa el trabajador desde que empieza en su puesto, hasta que acaba «quemándose», y la mayoría coinciden en que durante las primeras etapas es un trabajador hipermotivado y con altas expectativas respecto a su trabajo, con tendencia a anteponer sus objetivos profesionales a su bienestar personal y/o familiar4,5. Este perfil de trabajadores tiene una mayor propensión a trabajar horas extras, dejar de lado actividades de ocio, asumir responsabilidades o perder horas de sueño en pos de conseguir unos objetivos, frecuentemente, idealizados. Y es precisamente en este contexto de una persona absolutamente volcada con su trabajo cuando las pequeñas (o grandes) trabas del trabajo (labores burocráticas, recursos limitados, superiores con escasa empatía, etc.) empiezan a generar el desgaste psicológico que, en última instancia, conducirá al agotamiento psicológico característico del trabajador quemado. Por otro lado, si pensamos en colectivos profesionales, existe un amplio consenso respecto a que sanitarios —y, en general, cuidadores— son los más afectados por el síndrome del trabajador quemado5. No en vano fue precisamente en este colectivo donde Freudeberg conceptualizó por vez primera el síndrome tal y como se entiende a día de hoy1. Las causas por las que este colectivo resulta particularmente vulnerable son múltiples. Por un lado, los trabajadores del ámbito de la salud conciben su profesión, de forma mayoritaria, no únicamente como un medio de ganarse la vida, sino que entienden la importante labor social de su actividad6. Quienes trabajamos en este entorno escogimos en su día nuestra profesión por un deseo de ayudar a aquellos que están afligidos por una enfermedad, y este sentimiento frecuentemente se vincula a una vocación caritativa en la que el profesional no solo trabaja por sus pacientes, sino que en ocasiones se sacrifica (en uno u otro sentido) por ellos. Pocos médicos no han sacrificado tiempo personal para investigar casos clínicos complejos, y la mayoría hemos acudido en algún momento a la cama de nuestro enfermo fuera de nuestra jornada laboral sin esperar reconocimiento alguno, sino que lo hemos hecho por entender que era nuestra obligación moral. Esta dedicación «más allá del deber» del trabajador ordinario y este altruismo inherente a nuestro oficio constituyen una de las principales virtudes y alegrías de los que disfrutamos el día a día de nuestra profesión, pero puede volverse un arma de doble filo si no se es cuidadoso. Y es que el deseo de ayudar y tratar a nuestros pacientes frecuentemente choca con la realidad de un sistema sanitario donde la labor del médico no siempre es justamente apreciada, el tiempo por paciente es (cada vez más) escaso y los recursos económicos son limitados. En este contexto, los sanitarios en general y los médicos en especial pueden caer en el desánimo y perder la ilusión por el trato con sus compañeros y pacientes7. EQUILIBRIO ENTRE LA VIDA PERSONAL, FAMILIAR Y PROFESIONAL Como en tantos otros problemas psicológicos, el desarrollo (o no) de la patología depende, por un lado, de unos elementos estresantes o desencadenantes y, por otro, de los mecanismos de defensa o afrontamiento de los que se disponga8. Por más absorbente que pueda resultar nuestra actividad profesional, es primordial tener actividades
Más Dermatol. 2023;43:5-8 doi:10.5538/1887-5181.2023.43.5 7 ARTÍCULO DE REVISIÓN El síndrome del trabajador quemado y su implicación en dermatología Martínez García E et al. de ocio y realización extralaboral. Estas actividades gratificantes en el plano personal actúan como protectoras frente al desarrollo del síndrome de trabajador quemado y, viceversa, su ausencia hace al trabajador más propenso a «quemarse»9. En esta esfera personal, se encuadran también las actividades familiares y sociales; un círculo íntimo en el que apoyarse resulta beneficioso para prevenir (y, en su caso, afrontar) cualquier dificultad, incluida la depresión y el síndrome del trabajador quemado. Existe una relación bidireccional entre la vida personal/familiar/social y la vida profesional. Por un lado, es frecuente que personas muy implicadas en su trabajo lleguen a descuidar su ocio y sus relaciones con otras personas, hasta el punto de verse profundamente deterioradas. Por otro lado, no es raro que personas que tienen una pobre vida personal y familiar se vuelquen en el trabajo como una vía de escape. En estos casos, un revés laboral puede suponer el desmoronamiento del proyecto de vida. Esto ha llevado a que, entre los medios propuestos para prevenir el síndrome del trabajador quemado, algunos autores hayan apostado por fomentar las reuniones y actividades fuera del entorno laboral5,8. IDENTIFICAR LOS PRIMEROS SÍNTOMAS ES PRIMORDIAL PARA PREVENIR EL PROBLEMA En el inicio del síndrome del trabajador quemado, nos encontramos con un profesional muy implicado y motivado. El estrés laboral, motivado por la autoexigencia o las expectativas del trabajador, o por la presión de los superiores, conduce a un agotamiento psicológico, una apatía en la relación con los compañeros y los pacientes, y una frustración con los resultados en el trabajo. Si no se identifica el inicio de estos síntomas, se acabará, indefectiblemente, desarrollando el síndrome del trabajador quemado3. Cuando estos síntomas aparecen, la actitud del trabajador es, habitualmente, obviarlos, por atribuirlos a cuestiones coyunturales que mejorarán con el paso del tiempo. Esta actitud procrastinadora, profundamente arraigada en la psicología humana, resulta totalmente contraproducente en este caso. Ante la presencia de un problema (en este caso, psicológico), si no se adopta una actitud positiva y se buscan soluciones, la tendencia rara vez será hacia la mejoría, sino que su evolución normalmente cursa hacia el agravamiento. LAS CONSECUENCIAS DEL MÉDICO QUEMADO El desarrollo del síndrome del trabajador quemado resulta dañino a múltiples niveles. En el ámbito profesional, la consecuencia más grave es, probablemente, la pérdida de la satisfacción en la relación con los pacientes y, consiguientemente, el deterioro de la relación médico-paciente3,6. Esta relación es el pilar de la práctica de la medicina, constituyendo el motivo por el que muchos médicos se introdujeron en la profesión en primer lugar, y tiene un gran valor terapéutico en sí misma. Numerosos estudios demuestran que los pacientes prefieren ser atendidos por médicos empáticos y con capacidad de escucha. Un deterioro en la relación y comunicación médico-paciente lleva a una pérdida de la capacidad para identificar las preocupaciones, los temores y las expectativas de nuestros pacientes10. Esto, a su vez, inhabilita en gran medida al médico para ofrecer respuestas que resulten satisfactorias a los pacientes y, lógicamente, lleva a unos malos resultados terapéuticos. EL BURN-OUT EN LA DERMATOLOGÍA Como dermatólogos, tenemos una de las especialidades más deseadas (y, tal vez, envidiadas) entre nuestros colegas, y existen no pocas razones para ello. Sin ánimo de ser exhaustivos: la amplitud de nuestra especialidad hace que sea difícil no encontrar un área en la que cada uno se sienta cómodo, no tenemos guardias hospitalarias, somos punteros en investigación y uso de nuevas terapias, conseguimos una mejoría visualmente perceptible en la mayoría de nuestros pacientes, etc.
Más Dermatol. 2023;43:5-8 doi:10.5538/1887-5181.2023.43.5 8 ARTÍCULO DE REVISIÓN El síndrome del trabajador quemado y su implicación en dermatología Martínez García E et al. Sin embargo, como dermatólogos, también somos conscientes de que algunas de las virtudes que se atribuyen a nuestra profesión no se corresponden con la realidad. La imagen idealizada en la que el dermatólogo pasa consulta sin estrés alguno y con patología en la que no hay riesgo de complicaciones es totalmente falsa. En cambio, la mayoría tenemos una alta carga asistencial, con un escaso tiempo por paciente y, en casos como los melanomas, la habilidad del dermatólogo para su detección y tratamiento precoz puede suponer la diferencia entre la vida y la muerte para el paciente. A fin de prevenir el síndrome del trabajador quemado entre dermatólogos, resulta razonable plantearse cuáles son las dificultades particulares que más desgaste producen en nuestro colectivo en particular. Sin embargo, no disponemos, hasta la fecha, de datos sobre la presencia (o no) de síntomas del síndrome del trabajador quemado entre los dermatólogos españoles y, en consecuencia, tampoco conocemos los principales factores que podrían estar precipitando este problema en este grupo. Para dar respuesta a ello, desde el Grupo de Epidemiología y Promoción de la Salud de la Academia Española de Dermatología y Venereología, hemos iniciado un estudio para identificar la gravedad del problema como primer paso para la toma de medidas encaminadas a mitigarlo. BIBLIOGRAFÍA 1. Freudenberger HJ. Staff burn-out. J Soc Issues. 1974;30:159-65. 2. Aumayr-Pintar C, Cerf C, Parent-Thirion A. Burnout in the workplace: a review of data and policy responses in the EU. Luxemburgo: Publications Office of the European Union; 2018. 3. Maslach C, Jackson SE. The measurement of experienced burnout. J Organiz Behav.1981;2(2):99-113. 4. Bährer-Kohler S (ed.). Burnout for experts. Boston: Springer US; 2013. 5. De Hert S. Burnout in healthcare workers: prevalence, impact and preventative strategies. Local Reg Anesth. 2020;13:171-83. 6. Salvagioni DAJ, Melanda FN, Mesas AE, Durán González A, Lopes Gabani F, Maffei de Andrade S. Physical, psychological and occupational consequences of job burnout: a systematic review of prospective studies. PLoS One. 2017;12(10):e0185781. 7. Neckel S, Schaffner AK, Wagner G (eds.). Burnout, fatigue, exhaustion. Cham: Springer International Publishing; 2017. 8. Rakovec-Felser Z. Professional burnout as the state and process- -what to do? Coll Antropol. 2011;35(2):577-85. 9. Skovholt TM, Trotter-Mathison M. The resilient practitioner: burnout and compassion fatigue prevention and self-care strategies for the helping professions. 3.ª ed. Oxon: Routledge; 2016. 10. Martínez-García E, Affleck A, Rakvit P, Arias-Santiago S, BuendíaEisman A. Exploring patients’ insight, concerns, and expectations at dermatology clinic: an observational study in 2 centers in Scotland and Spain. J Patient Exp. 2020;7(6):1197-202.
Más Dermatol. 2023;43:9-12 doi:10.5538/1887-5181.2023.43.9 9 MI PACIENTE ES… piel sensible a la luz solar, clara, con pecas, ojos castaños, pelo castaño claro, como corresponde a una puntuación total de 181, con vesículas tensas de contenido seroso, erosiones de milímetros, no exudativas, algunas cicatrizadas, que dejan máculas eritematosas, que se vuelven blanquecinas en el dorso de las manos (fig. 1). La distribución simétrica de las lesiones del paciente nos orienta hacia una patología endógena, pudiendo descartar procesos infecciosos; al no referir consumo de fármacos, descartamos reacciones a fármacos o pseudoporfiria; al no encontrar afectación de otras zonas del cuerpo, descartamos enfermedades ampollosas autoinmunitarias; tampoco observamos lesiones en otras zonas fotoexpuestas, como veríamos en la erupción polimorfa solar. Por lo tanto, llegamos al diagnóstico clínico de presunción de porfiria cutánea tarda (PCT) Mi paciente es un varón de 47 años, con antecedentes de consumo de drogas por vía parenteral hasta hace años y hepatitis crónica por el virus de la hepatitis C (VHC), que niega consumo de fármacos. Consulta en urgencias por la aparición de lesiones no pruriginosas en las manos desde hace meses, coincidiendo con un consumo abusivo de alcohol, lesiones que empeoraron con la exposición al sol en su trabajo en el campo. Niega antecedentes familiares de cuadros similares. Por estas lesiones, ha acudido en varias ocasiones a su centro de salud, recibiendo múltiples diagnósticos como «reacción alérgica», «procesos inflamatorios localizados» y «celulitis». Al no mejorar, acude al servicio de urgencias de nuestro hospital. Al explorarle, observamos que presenta un fototipo II según la escala de Fitzpatrick, es decir, una Porfiria cutánea tarda Belén Morales Franco Médica adjunta. Servicio de Urgencias. Hospital de la Vega Lorenzo Guirao de Cieza. Gerencia de Área IX del Servicio Murciano de Salud. Murcia. María Navarro Fuentes Médica interna residente de medicina familiar y comunitaria. Servicio de Urgencias. Hospital de la Vega Lorenzo Guirao de Cieza. Gerencia de Área IX del Servicio Murciano de Salud. Murcia. Elena Martínez Carracelas Médica interna residente de medicina familiar y comunitaria. Servicio de Urgencias. Hospital de la Vega Lorenzo Guirao de Cieza. Gerencia de Área IX del Servicio Murciano de Salud. Murcia.
Más Dermatol. 2023;43:9-12 doi:10.5538/1887-5181.2023.43.9 10 MI PACIENTE ES… Porfiria cutánea tarda Morales Franco B et al. como primera posibilidad, sin descartar todavía la posibilidad de diagnosticar lupus eritematoso ampolloso o dermatitis facticia (fig. 2). Se solicitó hemograma, bioquímica con glucemia, hierro, ferritina, transaminasas, prueba de Hoesch en orina y uroporfirina en orina de 24 horas, mostrando ligera elevación de las transaminasas, prueba de Hoesch positiva y uroporfirina en orina de 24 horas de 2667 μg (normal: <46 en hombres). Se remitió a anatomía patológica una muestra de biopsia cutánea, donde se encontró una ampolla subepidérmica, con escaso infiltrado inflamatorio, de la dermis papilar a la dermis reticular y depósitos PAS+ (ácido peryódico de Schiff) perivasculares (fig. 3). Por lo tanto, llegamos al diagnóstico de PCT por las lesiones cutáneas, los resultados analíticos y los factores de riesgo que presenta (hepatopatía crónica y consumo de alcohol). Se aconsejó como tratamiento protección de las radiaciones solares con ropa y filtros, no consumir FIGURA 1. Imagen clínica de las lesiones de las manos del paciente. FIGURA 2. Diagnóstico diferencial de las lesiones cutáneas de la porfiria cutánea tarda (PCT). Vesículas en zonas fotoexpuestas Fragilidad cutánea Sí No PCT Otras porfirias cutáneas Epidermólisis ampollosa adquirida Otras fotodermatosis Quemaduras solares Dermatitis facticia Eritema polimorfo solar Prurigo actínico
Más Dermatol. 2023;43:9-12 doi:10.5538/1887-5181.2023.43.9 11 MI PACIENTE ES… Porfiria cutánea tarda Morales Franco B et al. alcohol y se le pautó cloroquina (125 mg) por vía oral, dos veces a la semana. En el seguimiento en consultas de hematología y dermatología, evoluciona satisfactoriamente, disminuyendo las manifestaciones cutáneas y las porfirinas en orina y heces, mejorando su calidad de vida. En 1874, Schultz describió el primer caso en un paciente con signos de fotosensibilidad cutánea, acompañado de excreción urinaria de color rojo. Posteriormente, Bausmark llamó a estos pigmentos urohematina y urofuscohematina. En 1911, Günther consideró a las porfirias trastornos metabólicos y las clasificó. El 1937, se introdujo el término PCT2. La PCT se debe a una deficiencia de la enzima uroporfirinógeno-decarboxilasa (UROD) hepática, quinta enzima de la vía metabólica del grupo hemo, encargada del paso de uroporfirinógeno III a coproporfirinógeno III2. En la PCT I, esporádica, la deficiencia queda limitada al hígado y no hay predisposición genética. En general, esta enfermedad se manifiesta a partir de la mitad de la vida3. La PCT de tipo II es un trastorno heredado en forma autosómica dominante con penetrancia limitada. Puede desarrollarse a una edad más temprana que en el tipo I, a veces, hasta en la infancia. En muchos casos, se requieren factores adicionales, por lo que se considera una enfermedad multifactorial, donde se suele encontrar más de un precipitante3, como son la transgresión alcohólica, los estrógenos del embarazo o los anticonceptivos, las infecciones virales (virus de la hepatitis B [VHB], VHC y virus de la inmunodeficiencia humana [VIH]), las enfermedades con depósito de hierro (hemocromatosis), el tabaquismo, la exposición a hidrocarburos aromáticos policíclicos y los fármacos inductores del citocromo P-450 (fenitoína, griseofulvina, sulfamidas, isoniazida, etc.)4. Representa el 80-90 % de las porfirias y la enfermedad es sintomática en 1 de 10 000 habitantes, variable según las zonas geográficas (1/2000 en España; 1/25 000 en los Estados Unidos)5. El 60 % de los pacientes son varones y, sobre todo, después de la cuarta década de la vida6. Las manifestaciones cutáneas se deben al efecto de la radiación lumínica sobre las porfirinas acumuladas en la piel, liberando radicales libres, que dañan los tejidos y determinan la aparición de ampollas en las zonas fotoexpuestas7. Generalmente, no se asocia a síntomas sistémicos, neurológicos o anemia4. Las pruebas de laboratorio son imprescindibles para concluir un diagnóstico de PCT, cuantificando niveles elevados de porfirinas totales, porfobilinógeno (PBG) y ácido delta-aminolevulínico (ALA) en orina. La prueba de Hoesch evidencia de forma rápida la elevación de PBG en orina. Un resultado positivo orienta al clínico sobre el origen porfírico de la clínica inespecífica del paciente8,9. En algunas FIGURA 3. Ilustración de la imagen anatomopatológica de las lesiones cutáneas (autora: Elena Martínez Carracelas).
Más Dermatol. 2023;43:9-12 doi:10.5538/1887-5181.2023.43.9 12 MI PACIENTE ES… Porfiria cutánea tarda Morales Franco B et al. circunstancias poco frecuentes, puede dar un falso negativo: pacientes con la rara porfiria ALA-D (ALAdehidrasa) o con envenenamiento por plomo (donde se acumula ALA, pero no PBG), los sujetos tratados con arginato, los casos en que el aumento de los niveles de ALA y PBG sea transitorio y en los casos de alta excreción urinaria de bilinógeno10. El tratamiento consiste en medidas generales, sangrías y/o fármacos antipalúdicos en dosis bajas, ya que las dosis más altas pueden causar fotosensibilidad y hepatotoxicidad, sin mayor efectividad, que actúan aumentando la excreción urinaria de porfirinas y la captación hepática de hierro4. Tiene buen pronóstico, aunque las lesiones pueden recurrir meses o años después4,5. La descripción de estos casos poco frecuentes, su tratamiento y evolución facilitan el conocimiento de esta enfermedad y sus posibilidades terapéuticas, siendo de gran importancia el diagnóstico oportuno para evitar las induraciones esclerodérmicas en los casos no diagnosticados ni tratados. BIBLIOGRAFÍA 1. Marín D, Del Pozo A. Fototipos cutáneos. Conceptos generales. Offarm. 2015;24(5):136-7. 2. Bolognia JL, Jorizzo JL, Schaffer JV. Porphyria. En: Dermatology. 4.ª ed. Filadelfia: Elsevier; 2017. p. 773-83. 3. Rudnick S, Bonkovsky HL. Editorial: hepatitis C and porphyria cutanea tarda in 2020. Aliment Pharmacol Therap. 2020;51(12): 1432-4. 4. Sánchez MF, Navarrete J, Buchroithner C. Porfiria cutánea tarda: revisión de la literatura a propósito de un caso. Rev Chilena Dermatol. 2015;31(3):265-71. 5. Di Pierro E, De Canio M, Mercadante R, Savino M, Granata F, Tavazzi D, et al. Laboratory diagnosis of porphyria. Diagnostics (Basel). 2021;11(8):1343. 6. Anderson KE, Sassa S, Bishop DF, Desnick RJ. Disorders of heme biosynthesis. X-linked sideroblastic anemia and the porphyrias. En: Scriver CR, Beaudet AL, Sly WS, Valle D (eds.). The metabolic and molecular bases of inherited diseases. 8.ª ed. Nueva York: McGraw-Hill; 2000. p. 2961-3062. 7. García LY, García HMP, Saavedra RCC, Pérez BC, Hernández CA. Porphyria cutanea tarda. Folia Dermatol Cubana. 2012;6(3). 8. González-Meneses A (coord.). Guía asistencial de porfirias. Sevilla: Servicio Andaluz de Salud, Consejería de Salud, Junta de Andalucía; 2011. Disponible en: https://www.sspa.juntadeandalucia.es/ servicioandaluzdesalud/sites/default/files/sincfiles/wsas-mediapdf_publicacion/2021/GUIA_ASISTENCIAL_PORFIRIAS_0.pdf 9. Santamaría M, Antón N, Navarro J. Diagnóstico precoz de porfirias en fase aguda. Med Lab Vistazo. 2018;9:15-9. 10. Mejía JJ, Jaramillo G, Gómez LF, Jaramillo MA, Caballero D. Porfirias agudas: manifestaciones. Repert Med Cir. 2020;29(1):19-31.
Formación virtual acreditada Introducción a las Anomalías Vasculares en la Infancia Del 20 de febrero de 2023 al 19 de febrero de 2024 3,6 créditos Número 09/033974-MD Con el aval científico de: Revisado por: Con el patrocinio de: www.anomaliasvasculares.es 3. ª edición Programa Módulo 1 Introducción a las anomalías vasculares J. C. López Gutiérrez Módulo 2 Clasificación de las anomalías vasculares I. Fernández Pineda Módulo 3 Diagnóstico clínico de las anomalías vasculares B. Narváez Moreno, J. Bernabeu Wittel y J. Ruiz-Canela Cáceres Módulo 4 Tumores vasculares en la infancia Á. Vera Casaño y J. Bernabeu Wittel Módulo 5 Malformaciones vasculares J. J. Domínguez Cruz y J. Bernabeu Wittel Caso ClíniCo J. Bernabeu Wittel Dirección: Dr. José Bernabeu Wittel Hospital Universitario Virgen del Rocío. Sevilla. Comité científico: Dr. Israel Fernández Pineda Hospital Universitario Virgen del Rocío. Sevilla. Dr. Juan Carlos López Gutiérrez Hospital Universitario La Paz. Madrid.
Más Dermatol. 2023;43:15-17 doi:10.5538/1887-5181.2023.43.15 15 LA ENTREVISTA AL EXPERTO Y de ahí surge la primera pregunta: A primera vista, parece que los pacientes trasplantados son minoría. Pero tal vez no sea así. ¿Son muchos los pacientes trasplantados? Los avances en la medicina hacen que las enfermedades terminales de riñón, pulmón, páncreas, corazón e intestino se prolonguen en el tiempo con calidades de vida aceptables. Sin embargo, tarde o temprano, sigue siendo necesaria la sustitución de estos órganos por otros sanos. Recientemente, se ha publicado en las noticias nacionales un aumento en la donación de órganos en España, quedando a la cabeza de la donación de los países europeos. Esto ha supuesto también un aumento de los trasplantes respecto a años anteriores. Así, en 2021, el número de trasplantes reaELENA GONZÁLEZ-GUERRA: los pacientes trasplantados y la dermatología Elena González-Guerra Estudió Medicina en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), donde obtuvo 29 matrículas de honor y el Premio Extraordinario de la licenciatura. Un doctorado con sobresaliente cum laude y la acreditación de la ANECA como profesora titular redondean sus magníficos datos académicos. Tras cursar su residencia en dermatología en la Fundación Jiménez Díaz, otra oposición la llevó al Hospital Clínico San Carlos de Madrid, como facultativo especialista de área. Es profesora del Grado de Medicina de la UCM y directora del Máster en Dermofarmacia y Formulación Cosmética de la Universidad Internacional de La Rioja. Es autora de libros y revisora científica de traducciones y manuscritos, y son múltiples sus publicaciones en revistas y ponencias en congresos. Tiene intereses en la tricología, la dermatología pediátrica, la dermatología psiquiátrica y la dermatología estética y terapéutica, de cuyos grupos de trabajo e investigación de la AEDV es miembro numerario. Si bien podríamos dirigirnos a ella para inquirir acerca de cualquiera de sus muchas facetas, nos llama la atención su responsabilidad específica de los pacientes trasplantados, para los que mantiene una consulta especial en el Hospital Clínico San Carlos.
Más Dermatol. 2023;43:15-17 doi:10.5538/1887-5181.2023.43.15 16 LA ENTREVISTA AL EXPERTO Elena González-Guerra: los pacientes trasplantados y la dermatología lizados ascendió a 4781, un 8,08 % más que el año anterior (según los datos publicados en la página web de la Agencia de Datos de Europa Press). El de riñón es el más frecuente, seguido del hepático y el cardíaco y, en menor proporción, de pulmón, páncreas, intestino o los trasplantes dobles. Es evidente, con estos números, que, efectivamente, son muchos los pacientes trasplantados, y que la consulta que a ellos se dedica tiene una agenda llena de numerosas citas. ¿Por qué los pacientes portadores de trasplante necesitan de una atención específica? En primer lugar, ser candidato a un trasplante implica tener una enfermedad terminal, es decir, haber mirado a la muerte a la cara temiendo por la vida, lo que supone un fuerte impacto emocional, que va a precisar de una atención especializada para siempre. El trauma de la enfermedad queda perpetuado en el ánimo. Por otra parte, la inmunosupresión, necesaria e imprescindible, aunque permite que estos pacientes tengan una segunda oportunidad para vivir, se acompaña de otros aspectos negativos. Así es que los logros en inmunosupresión han derivado en un aumento del cáncer de piel y de otras enfermedades que precisan un seguimiento estrecho y continuo. En las guías de trasplante, se recomiendan revisiones periódicas con determinados especialistas como los ginecólogos, oftalmólogos, cardiólogos… y dermatólogos. ¿Cuál es el mayor riesgo que tiene un paciente trasplantado desde el punto de vista cutáneo? El cáncer cutáneo no melanoma es el más frecuente en esta población y, en concreto, el carcinoma epidermoide cutáneo. Este tipo de cáncer cutáneo se presenta en su caso a edades más tempranas, con un comportamiento más agresivo, mayor infiltración de los tejidos adyacentes, aumento de las recurrencias, mayor riesgo de metástasis y, en consecuencia, de muerte. Pero existen otras enfermedades cutáneas también más frecuentes en estos pacientes como son las infecciones víricas, sobre todo, por el virus del papiloma humano o las toxicodermias. Todas las guías que hacen referencia a esta población aconsejan revisiones frecuentes de la piel, para minimizar las consecuencias morbosas de la inmunosupresión. ¿Le han enseñado algo los pacientes trasplantados? Sin ninguna duda. Son una población especialmente valiente, que se ha enfrentado a la muerte al menos en una ocasión, que han luchado por su vida y han tenido que tomar decisiones arriesgadas. Además, viven con la incertidumbre de que, si en algún momento el órgano falla, volverían a su situación original, con, probablemente, menos opciones de solución. Sin embargo, el buen humor, la esperanza y el agradecimiento a la medicina y al resto de seres humanos que generosamente han donado los órganos que a ellos les han dado vida es la tónica general de su existir. Todos los días me recuerdan lo poco que de verdad es importante y lo mucho que es relativo. Solemos hablar de conciliación familiar, casi siempre, refiriéndonos a la mujer profesional. ¿Puede conciliar su trabajo con la atención a su familia? ¿Cómo lo hace? La gran oferta de formación, actividades, tareas y eventos junto a las exigencias profesionales, impuestas la mayoría de las veces por uno mismo, hace que sea difícil sacar adelante una familia numerosa como es la mía. Sin embargo, la clave de todo está en la organización, priorizando, aprendiendo a decir que no a lo que no aporta en exceso y buscando momentos de descanso y deporte. Si tuviese que firmar el libro de su vida profesional, ¿a quién se lo dedicaría? Nunca se me ha ocurrido escribir el libro de mi vida profesional, pero, dada la pregunta, me parece una buena sugerencia. Quizá el libro no sería un tratado de dermatología, sino, más bien, una reflexión sobre una experiencia todavía en construcción, en la que
Más Dermatol. 2023;43:15-17 doi:10.5538/1887-5181.2023.43.15 17 LA ENTREVISTA AL EXPERTO Elena González-Guerra: los pacientes trasplantados y la dermatología los pacientes serían los auténticos protagonistas y, por lo tanto, sería justo dedicárselo a ellos, que tanto me enseñan día a día. Y por último, ¿le queda tiempo para tener aficiones ajenas a la profesión? En gustos, me considero una mujer del Renacimiento, porque disfruto con muchas cosas: la música, el deporte, el teatro, la gastronomía, el baile, la lectura, la pintura, la costura, el cine… y podría seguir. Pero, dado que el tiempo y las capacidades son limitadas, he tenido que elegir y, desde hace tres años, he comenzado a tocar el piano con más ilusión que acierto. Pero lo importante en mi caso no es el resultado, sino el proceso… Doctora González-Guerra: creo que a sus virtudes hay que añadir la humildad. Yo la he oído, y toca el piano muy bien. Hay pruebas en las grabaciones. Así que continúe. Merece la pena. Y muchas gracias. Entrevista realizada por: Aurora Guerra-Tapia
19 ¿CUÁL ES SU DIAGNÓSTICO? Más Dermatol. 2023;43:19 doi:10.5538/1887-5181.2023.43.19 Las máculas múltiples, localizadas en el tronco y los hombros, de tono rosado o blanquecino, con discreta descamación más evidente al raspar (signo de la uñada) son sugestivas de una pitiriasis versicolor, producida por levaduras del género Malassezia. Al diagnóstico, contribuye la visión con luz de Wood, que permite ver las lesiones con brillo fluorescente, o la visión al microscopio del raspado obtenido, percibiendo las hifas del hongo. El tratamiento es tópico (p. ej., gel o crema de ketoconazol) o sistémico (p. ej., itraconazol) en función de la intensidad o persistencia del cuadro. Pese al buen resultado del tratamiento, las manchas cutáneas pueden continuar durante semanas o meses. La recidiva es frecuente, sobre todo, en los climas cálidos y húmedos. Diagnóstico: pitiriasis versicolor. Elena González-Guerra Médico adjunto del Servicio de Dermatología. Hospital Universitario Clínico San Carlos. Madrid. Profesora asociada de la Universidad Complutense de Madrid. Consulta Instituto Médico Dermatológico Estético (IMEDE, Dermatólogas Guerra). Mujer de 19 años de edad. Refiere manchas blancas en los hombros y la espalda desde hace tres años, que se atenúan en invierno y empeoran en verano. Ha sido diagnosticada de vitíligo. No tiene ninguna molestia subjetiva. En la exploración, se observan, en la espalda y los hombros, numerosas máculas de color blanquecino y rosado, redondeadas u ovaladas, con una descamación muy fina, visible, sobre todo, en el borde de algunas lesiones o al raspar sobre ellas.
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Más Dermatol. 2023;43:21-22 doi:10.5538/1887-5181.2023.43.21 21 AVANCES Y NOVEDADES Alérgenos emergentes en el eccema alérgico de contacto La dermatitis de contacto es una reacción inflamatoria de la piel causada por el contacto directo con agentes nocivos en el medio ambiente. El mecanismo patológico puede ser una hipersensibilidad inmunitaria (eccema de contacto alérgico) o no (eccema de contacto irritativo), pudiendo tratarse de un cuadro mixto. Si bien el eccema alérgico de contacto (EAC) es un problema frecuente en las consultas dermatológicas, las tendencias emergentes dentro del campo están en constante cambio, influenciadas por las persistentes modificaciones que ocurren en las prácticas de la industria, así como la permanente evolución del comportamiento de los consumidores. Aunque siguen predominando ciertos alérgenos, con frecuencia, se introducen nuevos productos, cambiando el patrón de exposición y sensibilización a ellos. Dentro de estos alérgenos, cabe destacar el grupo de los acrilatos. Desde que en 1956 se recogieran los primeros casos de EAC a acrilatos, los casos relacionados con su uso han ido en aumento. Inicialmente asociados a su empleo en «uñas de porcelana» o «uñas de gel», alrededor de 2010, se desarrolló un nuevo tipo de producto de manicura acrílico llamado «esmaltes de uñas de larga duración o semipermanentes», cuya popularidad ha ido creciendo. Clínicamente, se presenta como un eccema periungueal, a veces, también en otras localizaciones1. Recientemente, se ha publicado un brote de EAC en trabajadores de una tienda de protectores de pantalla de teléfonos móviles que utilizaban un pegamento donde se encontraban acrilatos2. Destacan también los casos asociados a sensores de glucosa en pacientes diabéticos. El limoneno y el linalool son fragancias pertenecientes al grupo de los terpenos, presentes con frecuencia en múltiples artículos del hogar (tanto productos de higiene personal como cosméticos), así como en otros productos como aceites esenciales, productos naturales y productos de aromaterapia. La ubicuidad de estos alérgenos, al igual que el aumento de la popularidad de estos últimos productos, ha favorecido el incremento de los casos de EAC debidos a su uso3. La metilisotiazolinona y la mezcla metilcloroisotiazolinona/metilisotiazolinona son dos derivados de las isotiazolinonas ampliamente utilizados como conservantes en cosméticos que se aclaran, detergentes domésticos, pinturas a base de agua y productos industriales. La epidemia de EAC por estos productos parece haber disminuido en Europa en los últimos años, debido a las medidas regulatorias europeas establecidas en 2015, aunque la sensibilización sigue siendo significativa. El papel de otras isotiazolinonas como la bencisotiazolinona y la Fátima Tous Romero Médica adjunta. Servicio de Dermatología. Hospital Universitario 12 de Octubre. Madrid.
Más Dermatol. 2023;43:21-22 doi:10.5538/1887-5181.2023.43.21 22 AVANCES Y NOVEDADES Alérgenos emergentes en el eccema alérgico de contacto Tous Romero F octilisotiazolinona está evaluándose, y se han descrito diferentes casos asociados a su uso en los últimos años, sobre todo, a la primera de estas sustancias (con clínica típica de eccema alérgico aerotransportado por su presencia en pinturas y productos de limpieza)4. El propóleo es una sustancia producida por las abejas, utilizada en diferentes productos cosméticos y remedios naturales. Puede dar lugar a EAC de origen ocupacional (apicultores, músicos, etc.) y no ocupacional (antisépticos, antimicóticos, antiinflamatorios, cosméticos, etc.). Dada la tendencia al alza de los productos de cosmética natural, se espera un aumento de los casos de EAC asociados a su uso. La clínica de presentación más frecuente es en forma de queilitis, por su presencia en bálsamos labiales. La alergia al metabisulfito sódico parece cada vez más frecuente, si bien, resulta difícil encontrar en muchos casos su relevancia. Su uso es bastante ubicuo tanto en la industria cosmética, como farmacéutica y alimentaria5. Los alquilglucósidos (AG) son una familia de tensoactivos no iónicos sintetizados a través de la condensación de glucosa con alcoholes grasos de cadena larga. Esto hace que los AG sean completamente biodegradables, habiendo aumentado recientemente su fama debido a su carácter ecológico, lo que ha dado lugar a un número creciente de casos de EAC asociados a su uso. El shellac, también conocido como goma laca, constituye la forma purificada de una resina producida por la hembra del insecto Kerria lacca. Esta sustancia se utiliza ampliamente en sectores como la industria de la madera, la cosmética, la industria alimentaria o la farmacéutica. Dada su ubicuidad, resulta complicado en numerosos casos establecer su relevancia. La mayoría de las dermatitis alérgicas de contacto por shellac se describen asociadas a su uso en pintalabios, máscaras de pestañas o contornos de ojos, manifestándose como una dermatitis facial o una queilitis descamativa6. También en los últimos años han aumentado los casos notificados de EAC al propilenglicol, alérgeno con múltiples usos tanto industriales (líquido de frenos, líquido anticongelante) como alimentarios (conservante, disolvente para colores o sabores). Destaca su uso en cosméticos y medicamentos tópicos, donde se utiliza como vehículo (en ocasiones, en concentraciones muy altas), aumentando la penetración de los productos tópicos, con propiedades antimicrobianas. Puede encontrarse también en medicamentos sistémicos orales e intravenosos. Por último, cabe mencionar también el grupo de los galatos. Se trata de un antioxidante que se añade a los productos grasos para evitar la formación de peróxidos. Característicamente asociado a barras de labios, produciendo una clínica de queilitis descamativa, también se encuentra presente en alimentos, donde, a veces, resulta problemático establecer la relevancia. BIBLIOGRAFÍA 1. Gatica-Ortega ME, Pastor-Nieto MA, Gil-Redondo R, Martínez-Lorenzo ER, Schöendorff-Ortega C. Non-occupational allergic contact dermatitis caused by long-lasting nail polish kits for home use: ‘the tip of the iceberg’. Contact Dermatitis. 2018;78(4):261-5. 2. Herreros-Montejano F, Mowitz M, Heras-Mendaza F, SanzSánchez T, Gatica-Ortega ME, López-Mateos A, et al. Outbreak of occupational allergic contact dermatitis from a smartphone screen protector glue. Contact Dermatitis. 2022;87(1):53-61. 3. Ogueta IA, Brared Christensson J, Giménez-Arnau E, Brans R, Wilkinson M, Stingeni L, et al. Limonene and linalool hydroperoxides review: pros and cons for routine patch testing. Contact Dermatitis. 2022;87(1):1-12. 4. Hernández Fernández CP, Borrego L, Mercader García P, Giménez Arnau AM, Sánchez Pérez J, Silvestre Salvador JF, et al. Sensitization to isothiazolinones in the Spanish Contact Dermatitis Registry (REIDAC): 2019-2021 epidemiological situation. Contact Dermatitis. 2023;88(3):212-9. 5. García-Gavín J, Parente J, Goossens A. Allergic contact dermatitis caused by sodium metabisulfite: a challenging allergen: a case series and literature review. Contact Dermatitis. 2012;67(5):260-9. 6. Gimeno Castillo J, Rosés Gibert P, Menéndez Parrón A, González Pérez R. Shellac: a retrospective analysis of our 5-year experience with this problematic allergen. Actas Dermosifiliogr. 2022:S0001-7310(22)00683-4.
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