Más Dermatología, n.º 40

Más Dermatol. 2022;40:3-4 doi:10.5538/1887-5181.2022.40.3 3 EDITORIAL La igualdad a flor de piel En el siglo xix, no había mujeres en la medicina: no se les permitía el acceso a sus estudios, viajar solas a facultades de medicina u hospitales, o visitar o tratar a pacientes en espacios médicos. Durante el siglo xx, la mujer se fue incorporando paulatinamente a la profesión médica y a sus diferentes especialidades; y la dermatología es, en la actualidad, una de las tres con mayor porcentaje de mujeres1. Así, en Estados Unidos, en 2016, el porcentaje de dermatólogas era del 47,1%; y el de residentes, del 64,1%. Y en Canadá, en 2018, el 50% del total de los profesionales de la dermatología eran mujeres2. En cuanto a las sociedades profesionales dermatológicas, un estudio reciente sobre la disparidad por sexos, que incluía 92 países, encontró que, del total de los miembros de sus comités ejecutivos, había un 39,38% de mujeres y un 60,42% de hombres. Ahora bien, existen diferencias por continentes, de forma que las mujeres ocupan más puestos de liderazgo en Sudamérica (57,89%), Centroamérica (57,89%) y África (53,55%), y menos en Australia (29,31%), Asia (32,02%), Europa (37,88%), Norteamérica (38,35%) y Oriente Medio (44,44%). Respecto a las presidencias de dichas sociedades, se contabilizaron 95 hombres y 75 mujeres. Sin embargo, hay algunas subespecialidades de la dermatología en las que se aprecia un predominio del liderazgo femenino; y así, tanto en la Society of Pediatric Dermatology (SPD) como en la Pediatric Dermatology Research Alliance (PeDRA), las mujeres han representado altos porcentajes de presidencia: el 70% de los presidentes de la primera desde 2011 y el 75% de los de la segunda desde 20133. En lo referente a las posibles causas de la menor presencia de la mujer en puestos de liderazgo en las sociedades científicas médicas, una encuesta llevada a cabo entre médicas madres mostró que el 41% de ellas sentían que no disponían del apoyo adecuado para tener su primer hijo4. Por otro lado, determinados trabajos lo atribuyen a que la productividad en investigación y la tasa mediana de publicaciones de mujeres es menor5. Sobre si hay diferencias en la manera de ejercer el liderazgo en medicina según el sexo, ciertos autores destacan que el liderazgo femenino es participativo y con interés por la opinión de los demás como paso previo a la toma de decisiones, y propenso a probar hipotéticos cambios antes de implementarlos definitivamente6. Otro rasgo del liderazgo femenino es que genera en el equipo un sentimiento de inclusión, pertenencia y autoestima, en el sentido de que cada miembro se sepa importante. Podría decirse que el estilo de liderazgo femenino es más democrático6. Si nos centramos en nuestro país, la presencia de las dermatólogas en la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) ha ido aumentando. Hasta 1964, no ingresó ninguna mujer en la AEDV. En 1975, las mujeres suponían el 5,5%; en 2001, el 41,34%; y, en la actualidad, constituyen el 55% de los Yolanda Gilaberte Calzada Presidenta de la Academia Española de Dermatología y Venereología.

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